El divorcio emocional no siempre termina con el divorcio legal. Más allá de los trámites legales la persona afrontará el divorcio emocional, que supone la elaboración del duelo por el final de la relación de pareja. Este es el tema principal que decidí plantear en el grupo terapéutico de personas divorciadas, a la vuelta del verano. En estas fechas hay nuevas incorporaciones, por lo tanto, las nuevas aportaciones fueron fuente de discusión. Hay personas que se divorcian legalmente pero no acaban de hacerlo emocionalmente, esto significa que continúan vinculados de manera permanente, incluso cuando han formado nuevas parejas.
El duelo es la reacción psicológica ante la pérdida, no sólo es el proceso desencadenado por la muerte de un ser querido. Es un proceso por el que pasa una persona al adaptarse a una pérdida o a la frustración que de ella se deriva: la pérdida de un trabajo, un cargo, la juventud, una amistad, un ser querido. Es evidente que todas las personas sufren en mayor o menor medida el duelo.
Aunque el duelo y la depresión comparten rasgos objetivos y subjetivos similares, parecen ser diferentes. Freud (1917) creía que en el duelo el mundo parece pobre y vació mientras que, en la depresión, la persona se siente pobre y vacía. Según Beck (1979) las personas que padecen depresión tienen una imagen negativa de sí mismo, del mundo y del futuro.
En relación a las personas que demandan una terapia por problemas de pareja, me he encontrado con que éstas manifiestan la misma clase de imágenes o evaluaciones negativas, aunque de forma transitoria, y pensamientos, que las personas afectadas de ansiedad y depresión. Aunque las parejas no están tan deprimidas y ansiosas, tienden a centrarse con mayor intensidad en los errores y a descuidar lo que funciona en la relación. La tristeza es considerada la emoción más expresada por las personas que experimentan la ruptura. También les acompaña el sentimiento de angustia y ansiedad. El acontecimiento “dejar la relación” tiene un impacto emocional valorado como negativo por la gran mayoría de las personas que deciden divorciarse.
El objetivo de la orientación psicológica en el proceso de duelo es ayudar a completar cualquier cuestión no resuelta con la experiencia de pérdida o la persona perdida y a ser capaz de decir un adiós final. Para volver a un estado de salud y bienestar, y de equilibrio psicológico se requiere la adaptación a un medio que ha cambiado, aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones, recolocar emocionalmente la experiencia perdida y continuar viviendo.
El trabajo del psicólogo es el de acompañar en el proceso de duelo emocional, de manera preventiva para que no desencadene en una reacción de duelo patológica. La reacción de duelo en las personas que deciden divorciarse, puede aparecer antes de producirse el divorcio, ante la toma de decisión, en estos casos la ayuda terapéutica amortigua la ansiedad y sentimientos de duda, insatisfacción, desilusión y culpabilidad. Durante la tramitación del divorcio, el objetivo de la orientación psicológica está en reducir el conflicto, para que puedan tomar las decisiones adecuadas y eliminar el enfrentamiento. En la etapa posterior al divorcio legal, la ayuda psicológica, reduce las emociones de tristeza, depresión, culpabilidad, arrepentimiento y soledad, que pueden llegar a desencadenarse.
El duelo por la muerte del cónyuge y el duelo de las personas que pasan por el divorcio se diferencian en cuanto a duración, sentimientos, aspecto económico y social. El duelo por un divorcio tiene mayor duración en el tiempo debido a que las personas siguen en contacto directo o indirecto a través de sus hijos. En ocasiones, se reaviva el dolor o las fantasías de volver a estar juntos. En el aspecto económico, el patrimonio se divide con el reparto de los bienes que compartían hasta el divorcio. En cuanto a las relaciones sociales, puede haber pérdidas de las amistades y familiares.
Aunque el divorcio es considerado un factor estresante, el impacto de éste obedece a la forma que las parejas tienen a la hora de afrontar la ruptura y no en el divorcio propiamente dicho. Acompañados por un psicólogo, las personas que deciden divorciarse superan el cambio que este acontecimiento supone en sus vidas, alcanzan el estado de bienestar emocional y la calidad de vida de las familias deseada.