LOS CELOS INFANTILES

Los celos se definen como un estado afectivo o emoción que tienen su origen en un deseo desmedido, en un miedo a perder o ver reducidos el cariño y la atención de alguien querido.  Se entiende como el sentimiento producido por el temor de que la persona amada prefiera a otra. Frecuentemente, este sentimiento va acompañado de envidia, definida como resentimiento hacia quien se percibe como rival.

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Celos Infantiles

En los celos infantiles la relación que se ve amenazada es la establecida por el niño y sus progenitores. Los niños responden con miedo e inseguridad ante la amenaza, real o no, de perder el cariño, atención y privilegios que hasta ese momento eran exclusivos, en la mayoría de los casos.

Los celos se manifiestan a través de conductas como

  1. Búsqueda de atención mediante el llanto, rabietas, agresividad manifiesta hacia la otra persona, si es hacia el bebé que acaba de nacer: le quita los juguetes, le pega, se abalanza sobre él.
  2. Desobediencia o excesiva obediencia y colaboración con los progenitores.
  3. La presencia de conductas ya superadas en etapas anteriores, como enuresis, alteraciones del lenguaje imitando el lenguaje del pequeño, repetición de palabras y frases, tartamudeos.
  4. Sueño irregular, pedir ir a al cama de los padres, o solicitar compañía en la suya, llamar a un adulto frecuentemente.
  5. Cambios en los hábitos alimenticios, suele comer menos y se niega a comer alimentos que antes comía.
  6. Pueden aparecen manifestaciones de tipo orgánico, en casos extremos, como vómitos, anorexia, mareos, terrores nocturnos, insomnio.
  7. Adoptan conductas desafiantes hacia los progenitores, familiares y profesores, menosprecian a los compañeros, se aíslan socialmente o muestran pruebas de afecto exageradas.

Los celos infantiles suelen considerarse normales y evolucionan favorablemente. Cuando se prolongan en el tiempo, se debería evaluar que es lo que los está manteniendo.

Ante la llegada de un hermanito o de una nueva pareja en los progenitores, el proceso de adaptación del niño será más sencillo si el niño tiene una relación firme con los progenitores antes de que llegue la situación, si se le informa de manera adecuada en relación a la edad del niño de los nuevos acontecimientos y si continúa la relación de afecto y atención entre ellos, y se mantienen las rutinas en la medida de lo posible. Es importante hacerle partícipe al niño de esta nueva situación, informarle y explicarle los cambios que puede haber y recordarle que se le sigue queriendo de la misma manera que antes.

La causa principal de los celos infantiles será el comportamiento que a partir de la llegada de un nuevo miembro a la familia comienzan a manifestar los adultos, provocando un aumento de las conductas de apego del hijo mayor hacia los padres y conducta de rivalidad hacia el nuevo miembro.

Los factores desencadenantes de los celos entre hermanos, podrían ser las modificaciones en la interacción madre-hijo de modo que la madre dedica más atención al bebé recién nacido y le exige y castiga al niño que hasta ese momento había sido el niño pequeño porque cree que ya es mayor, y aumentan las responsabilidades hacia éste. La atención de la madre, en mayor medida, deja de ser exclusiva para el hijo mayor, por lo que se ve reducida la atención y dedicación de los progenitores hacia el mismo.

El niño mayor reacciona aumentando sus conductas de apego y comportamientos negativos hacia los padres, aparecen sentimientos y conductas de celos hacia el hermano junto a otros síntomas como rechazo de comida, del colegio, vómitos o somatizaciones. Las conductas hacia el nuevo hermano son ambivalentes, unas veces muestra aceptación, otras rechazo, unas veces demuestra su cariño y otras conductas agresivas. Este carácter ambivalente refleja los celos, por un lado, y la vinculación afectiva como hermano, por otro.

Los factores de mantenimiento de los celos son la excesiva comparación entre los hermanos, la mayor atención hacia al hermano pequeño, el aumento de órdenes y exigencias, y el refuerzo de conductas celotípicas.

Para intervenir en el caso de los celos infantiles, hasta los siete años es conveniente intervenir únicamente con los padres; a partir de los 8 años se involucra activamente al niño en el tratamiento, siendo la participación de los padres totalmente imprescindible. El trabajo con padres está fundamentado en la premisa de que algún déficit en las habilidades propias del papel parental es, al menos parcialmente, responsable del desarrollo y mantenimiento de patrones de interacción familiar perturbadores y, consecuentemente, problemas de comportamiento.

El tratamiento de los celos infantiles va encaminado principalmente a orientar, dar pautas de actuación y enseñar habilidades a los padres porque su colaboración como coterapeutas es crucial para la eficacia de la intervención.

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