Día mundial de los docentes

Día Mundial de los Docentes: Reflexiones desde la Psicología y la Educación

Reflexionar sobre las características de las personas dedicadas a la docencia tras la pregunta ¿qué habilidades tienen los docentes? De sus respuestas, he recopilado las más repetidas, lo que nos ofrece un retrato interesante del perfil:

1. Empatía
2. Inquietud por aprender
3. Pasión por la docencia
4. Capacidad de aprendizaje
5. Saber fomentar la participación
6. Capacidad de resolver problemas
7. Trabajo en equipo
8. Autocontrol
9. Objetividad, neutralidad e imparcialidad
10. Sensibilidad hacia necesidades especiales individuales
11. Habilidades comunicativas
12. Adaptación, flexibilidad y cercanía
13. Capacidad para transmitir que el error es parte del aprendizaje
14. Liderazgo
15. Organización y relación de ideas
16. Dominio de la materia
17. Ingenio y creatividad
18. Compromiso
19. Habilidad para fomentar la cooperación

Esta lista refleja el desafío de ser docente: no basta con dominar la materia, sino que requiere de una formación integral donde habilidades emocionales, sociales y cognitivas juegan un papel clave. Desde una perspectiva constructivista, entendemos que el conocimiento no se transmite de forma pasiva; el alumnado lo construye activamente. La persona dedicada a la docencia, por lo tanto, debe ser más que un transmisor de información. Debe ser un facilitador, un motivador, alguien que guía al alumnado a explorar su mundo, descubrir conocimientos, reflexionar y, sobre todo, aprender a pensar de manera crítica.

Uno de los principales retos de la enseñanza es, precisamente, la motivación. Para lograrla, es fundamental conocer los intereses y necesidades del alumnado, y no hay mejor punto de partida que el autoconocimiento. Conocer nuestras propias fortalezas y áreas de mejora como docentes nos permite empatizar mejor, creando un ambiente de confianza y seguridad.

En este sentido, debemos recordar que el aprendizaje más efectivo es el que se realiza «haciendo». El alumnado debe experimentar, atreverse a probar, innovar y, lo más importante, perder el miedo a equivocarse. El error no debe verse como un fracaso, sino como una parte inherente del proceso de aprendizaje. Nuestra tarea como docentes es integrar este concepto en nuestras clases, ayudando a los estudiantes a ver el error como una oportunidad para mejorar.

Por último, en el aula, el cerebro y el cuerpo deben estar en movimiento. Necesitamos involucrarles, hacerles participar, opinar, pensar, jugar… todo esto es mucho más efectivo que limitarles a escuchar pasivamente. Solo así lograremos fomentar un aprendizaje dinámico, significativo y perdurable.

Para mí, la combinación de la docencia y la psicología es una de las profesiones más bellas del mundo. Ambas disciplinas se entrelazan, nos permiten acompañar a otros en su proceso de crecimiento y aprendizaje, y nos invitan a seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida. Como docentes, tenemos la responsabilidad, pero también el privilegio, de moldear no solo el conocimiento sino su forma de pensar y actuar en el mundo.

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