Los conflictos familiares y escolares se han agravado en intensidad debido a la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19). Esta pandemia ha provocado la mayor interrupción de la historia en el sistema educativo, laboral y social, lo que ha llevado a analizar la repercusión que esto representa en las relaciones familiares, entre iguales y laborales.
Por un lado, consecuencias como la pérdida en materia de aprendizaje, ha incidido en la brecha social, al reducir las oportunidades de acceso a los recursos online que tienen los menores, jóvenes y adultos más vulnerables.
Por otro lado, el cierre temporal de los centros escolares ha obligado a los estudiantes a convivir más tiempo en la familia, y los adultos se han visto forzados a acelerar el proceso de implantación del teletrabajo y la conciliación de la vida familiar, personal y laboral, todo en el mismo espacio de tiempo y lugar, sin periodo de adaptación.
Esta circunstancia ha generado un mayor número de conflictos familiares durante el confinamiento, y también ha incrementado la consulta de pacientes por problemas de sueño, crisis de ansiedad y depresión, causados por múltiples factores derivados de la situación COVID-19.
Un factor a destacar es el índice de estrés y de insomnio que están afectando a la calidad de vida de la población en general y del personal sanitario en particular. Las diferentes situaciones vividas en la pandemia predisponen a la aparición de trastornos, agrava las patologías previas y altera los ritmos de sueño.
Las restricciones en las relaciones sociales que está imponiendo la crisis sanitaria, está afectando a las relaciones familiares y en concreto a los adolescentes, a los que se les limita pasar tiempo de ocio con el grupo de amigos. La falta de contacto, consuelo y comprensión que proporcionan las relaciones sociales ha incrementado los casos de disputas familiares con adolescentes como paciente identificado. También se ha visto reflejado el aumento de la gravedad del conflicto y la disminución de la satisfacción por la vida. En concreto, para los estudiantes que han sufrido acoso escolar, la vuelta a las aulas ha sido especialmente difícil. Los conflictos que comienzan en el patio, continúan y se agravan en las redes.
Los conflictos son uno de los principales generadores de estrés. No obstante, existe una falta de (in)formación de las medidas de afrontamiento adecuadas para evitar las consecuencias. Es, por lo tanto, necesario dotar de herramientas para responder a este tipo de situaciones de una manera más saludable.