La reunión con el grupo de terapia comenzó con una breve introducción teórica de las etapas por las que pasa una persona cuando se divorcia. Durante mi exposición sobre el tema, el debate entre los participantes se disparó y mi actuación continúo dinamizando el grupo y recogiendo las conclusiones finales. Esta vez, Jesús, uno de los principiantes del grupo, abrió el turno de intervenciones tras reconocer las etapas por las que estaba atravesando en su divorcio. Jesús se separó al volver de las vacaciones de verano, desde entonces la dificultad para dormir le impide rendir y concentrarse en el trabajo. Ha perdido la motivación por emprender nuevos retos y ha decidido alejarse de todo lo que le recuerda a su pareja, incluso las actividades que le divertían. Lo que le impulsó a formar parte del grupo de terapia, como a la mayoría de participantes, fue buscar el remedio contra la sensación de soledad. Después de tres meses sufriendo las consecuencias del insomnio decidió consultar con el médico, y comenzó las sesiones en el grupo de terapia.
Tras una ruptura las personas manifiestan diferentes formas y ritmos de afrontamiento, esto hace que la duración de los efectos de la ruptura varíe en cada caso. Para algunos, el período de crisis dura cerca de tres meses, para otros un año y para otros tres años. En un término de tres años, la mayor parte de las personas separadas supera el período de crisis aguda y se adapta al nuevo estilo de vida. Sin embargo, hay personas que permanecen durante años en la fase aguda de la crisis, en una situación capaz de desencadenar fuertes emociones y síntomas psicosomáticos pese al tiempo transcurrido.
Las etapas por las que una pareja pasa desde el momento que plantea la separación hasta completar su ruptura se pueden dividir en seis: emocional, legal, económico, coparental, social y psíquico. Las diferentes fases no son temporalmente paralelas, aunque en algunos momentos se sobreponen. De tal manera que, la ruptura emocional suele iniciarse mucho antes de llegar la separación física, y puede prolongarse una vez finalizado el proceso legal. El divorcio legal va asociado al económico, mientras que el social y el psicológico suelen ser los últimos en resolverse.
El periodo de deliberación y dudas que antecede a la ejecución del divorcio, está motivado por el deterioro de la relación y al aumento de la tensión y origina momentos de reflexión sobre la viabilidad de la continuidad de la pareja, en estos momentos surge la idea de considerar la ruptura como una solución a los problemas. En esta fase denominada divorcio emocional los sentimientos más frecuentes son la desilusión, insatisfacción, perturbación, ansiedad, incredulidad, desesperación, temor, angustia, ambivalencia, shock, vacío, enojo, caos, inadecuación, baja autoestima, sensación de pérdida. Los comportamientos correspondientes a estos sentimientos son la evitación, llantos, confrontaciones, riñas, abandono físico y emocional, negación de la realidad, intentos de recuperar el afecto, búsqueda de consejo y consulta al profesional.
En el momento que las parejas toman la decisión de divorciarse, comienza un periodo de compromisos. En esta etapa se diferencia el divorcio legal, el económico, el coparental, y el divorcio social.
El divorcio legal comienza cuando uno de los miembros de la pareja consulta a un abogado. Los sentimientos más frecuentemente encontrados son depresión, separación, enojo, desesperanza, autocompasión, indefensión. Las actitudes que se pueden manifestar en el proceso de divorcio legal son la negociación, gritos, teatralidad, intentos de suicidio. Por otra parte, las parejas que deciden divorciarse a través de un método alternativo al judicial, como puede ser la mediación, reducen el conflicto, la tensión emocional y los síntomas psicosomáticos, al alcanzar en menor tiempo los acuerdos.
El divorcio económico conduce al reparto de los bienes y la búsqueda de garantías que aseguren la subsistencia de ambos miembros de la pareja y de sus hijos.
El divorcio coparental regula las cuestiones del cuidado, afecto y todo lo relacionado a las necesidades, derechos y obligaciones de los hijos. Los sentimientos que predominan son la preocupación por los hijos, de culpabilidad por la sensación de abandono, ambivalencia, incertidumbre, sensación de impotencia. Las actitudes más frecuentes son los lamentos, búsqueda de apoyo en amigos y familiares, incorporación al trabajo o cambio de jornada laboral, sobre todo en mujeres.
Durante el divorcio social tiene lugar la reestructuración funcional y relacional ante la familia, las amistades, el trabajo y la sociedad en general. En esta etapa, aparecen los sentimientos de indecisión, resignación, remordimiento, tristeza, optimismo, excitación, curiosidad, manifestados a través de las actitudes de búsqueda de nuevas amistades, inicio de nuevas actividades, exploración de nuevos intereses, estabilización del nuevo estilo de vida y de las rutinas diarias para los hijos.
En la etapa del post-divorcio, el divorcio psíquico, un periodo de exploración y vuelta al equilibrio, da paso a la independencia emocional y elaboración psicológica de los efectos de la ruptura. Predominan los sentimientos de aceptación, autoconfianza, energía, autovaloración, entereza y autonomía. La recomposición de la identidad, búsqueda de una nueva relación estable, adaptación al nuevo estilo de vida, apoyo a los hijos para aceptar el divorcio y la continuidad de las relaciones con los dos padres marcan esta última etapa del proceso de divorcio.
El tiempo de crisis tras la ruptura, se prolonga menos si la separación ha sido consensuada y gradual, y no traumática. A pesar de que determinadas personas son presas del divorcio psíquico y permanecen emocionalmente comprometidos con su antigua pareja, los participantes del grupo de terapia reconocen que están mejor después de la ruptura, que son felices en su vida y no lamentan haber terminado su pasada relación. Jesús, después de conocer las etapas por las que transita su divorcio, percibe que será el cambio de actitud el que le ayudará a minimizar la repercusión de la crisis y adaptarse más rápidamente a su nueva situación.