LOS LÍMITES NEGOCIALES Y LOS INNEGOCIABLES

Una de las cuestiones que preocupa a los padres y educadores, es la dificultad de poner límites.   Durante la conferencia sobre el apasionante mundo de la  adolescencia, una de mis intervenciones se centró en las pautas a seguir con los niños que pasan muchas horas frente a una pantalla de ordenador.

Respecto a la gran preocupación que los padres tienen por el tiempo que los hijos pasan en Internet, los adultos tenemos que dejar claro cuáles son los puntos a negociar y cuáles son los límites innegociables. La cantidad de tiempo en Internet puede negociarse. En cambio, la hora de acostarse entre semana, no se negocia porque hay que respetar un horario saludable. Poner límites y decir no, es una forma de educar constructiva que se aprende con la práctica.

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Vivimos en una sociedad que sobreprotege a los hijos, pensamos que si evitan determinadas situaciones y problemas serán más felices. Las normas, límites y hábitos forman parte del aprendizaje, y su ausencia puede desorientar y crear reacciones no adecuadas para su comportamiento.

Hay que enseñarles a respetar los límites, porque les ayudará a afrontar y superar las frustraciones futuras. Las normas y hábitos aportan seguridad, confianza y responsabilidad.

Otro de los temas relevantes es la administración de los castigos. Los educadores y padres tenemos que manejar tanto el castigo como la recompensa. Los castigos utilizados para corregir los comportamientos indeseados tienen que ir acompañados de una explicación para que los niños entiendan la relación causa efecto de su mala conducta y el castigo. De la misma manera el adulto deberá reforzar las conductas apropiadas del niño.

La negociación de los castigos y la reparación del daño ocasionado es una medida educativa que le enseña al niño a reflexionar sobre su conducta y las consecuencias de ésta en los demás. El niño interviene en la forma de administrar su propio castigo, y es el propio niño el que decide que medidas correctoras serán las apropiadas en función del daño ocasionado. De esta manera aprende a ser responsable de su propia conducta y a encontrar soluciones a sus problemas.

Los resultados obtenidos por diferentes autores al comparar distintos estilos parentales (estilo autoritario, estilo no restrictivo o permisivo y estilo autoritativo o democrático), confirman que los niños de padres democráticos, comparados con los de padres autoritarios o permisivos, son más maduros y competentes.

El trabajo educativo del adulto consiste en preparar a los niños para que se enfrenten a los retos desde pequeños. Al principio los adultos somos los modelos, y después serviremos de guías hasta que sean capaces de enfrentarse a la vida con sus dificultades y recompensas.

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