“Todo se decidirá después de las vacaciones”. Ésta es la frase que escuchamos en el despacho un día antes de iniciar las vacaciones de verano. Aunque no todas las parejas que consideran la posibilidad de la ruptura finalmente la efectúan, prácticamente todas las parejas que se separan o divorcian describen un periodo relativamente largo en el cual tenían la impresión de que la relación había llegado a su fin. Algunas parejas, antes de tomar la decisión de la ruptura, acuden a un profesional en busca de orientación psicológica o jurídica que ofrezca información sobre las soluciones posibles, o la propia ruptura. La terapia de pareja es una de las vías para trabajar en el mantenimiento de la relación. Otra alternativa es la Mediación Familiar en Ruptura de Pareja que se inicia en el momento en que uno de los miembros de la pareja ha tomado la decisión de separarse.
Las personas Mediadoras Familiares no ejercemos de psicólogas de pareja, ni de abogadas de familia, aunque sea esta nuestra formación de base. La Mediación Familiar es una vía complementaria al proceso judicial. Cuando una pareja no consigue llegar a un acuerdo por sus propios medios, el juzgado ofrecerá una respuesta. Pero el juzgado no resolverá el problema de la relación. El juzgado no es el lugar donde buscar un cambio en la relación familiar.
“Si no están de acuerdo con la sentencia, en la Mediación pueden encontrar la solución”. Una de las características que suelen tener las resoluciones judiciales en divorcios es que ambas partes sienten que el juez se ha equivocado. La función de los jueces es ofrecer una decisión que se ajuste al derecho, a la legislación vigente. Esta decisión, en algunas ocasiones, no termina de ajustarse a las circunstancias de las familias. Es comprensible, ya que tienen que tomar una decisión sobre una familia a la que no conocen, en base a informaciones y testimonios de una y otra parte a menudo contradictorios.
En Mediación las decisiones se toman de forma consensuada entre las personas implicadas en el problema, porque nadie mejor que ellas conoce la solución que más favorece al conjunto de la familia. El proceso de mediación facilita que la pareja continúe su relación después del divorcio como padre y madre, independientemente de su estado civil. Seguir siendo padre y madre, aunque se rompa la pareja. En Mediación creemos que el entendimiento y la colaboración es una vía más adecuada, frente al enfrentamiento y la imposición.
Las parejas no pueden esperar que las cosas se solucionen solas. Lo importante es afrontar los problemas cara a cara, con la ayuda de un Mediador que ofrece un espacio de diálogo y comprensión, un espacio más cercano y flexible donde hacer propuestas y alcanzar acuerdos resulta más fácil, pero no obligatorio. Si durante el proceso de mediación la pareja decide formalizar sus acuerdos, se da forma jurídica y se recogen por escrito en el convenio regulador. Esto reduce el coste y evita los efectos negativos del proceso judicial.
En ESPACIO DE PSICOLOGÍA Y MEDIACIÓN proporcionamos las pautas para que las personas resuelvan sus diferencias de forma constructiva, y puedan continuar su relación familiar tras la decisión de ruptura.