La MEDIACIÓN FAMILIAR es un método para abordar los conflictos de forma pacífica. Es una forma de enfrentar las crisis originadas en la familia que evita los efectos negativos de los procesos judiciales.
La Mediación ofrece una serie de ventajas frente a otros procesos porque aporta soluciones personalizadas que se adaptan a la realidad de cada familia.
La mediación garantiza plena confidencialidad. Preserva la intimidad, ya que los asuntos privados se tratan entre las partes y el mediador.
La duración del procedimiento es mucho menor. El tiempo es muy importante porque reduce la tensión en la que viven las personas en conflicto, y evita que acabe dañando irreversiblemente la relación entre ellos y el resto de la familia.
Las sesiones de mediación tienen lugar en un espacio cálido, confortable y relajado. Muy diferente del ambiente que se vive en un juicio.
Los plazos, el ritmo y los temas a tratar se adaptan a las circunstancias de cada caso.
Es efectiva porque todo lo que se acuerda se hace de forma voluntaria, y esto tiene un mayor grado de cumplimiento.
En una mediación con éxito nadie pierde y por lo tanto no se generan los resentimientos hacia la otra parte como puede crear un procedimiento judicial. La mediación ayuda a afrontar con madurez y responsabilidad los cambios.
Conserva las relaciones entre las partes. En los casos de ruptura de pareja, los hijos son los primeros beneficiados.
En Mediación se encuentran las mejores soluciones para los problemas presentes y para prevenir los futuros.
El proceso de mediación comienza con la reunión de las partes y el mediador, para que éstas intercambien información, y conozcan las reglas que rigen la mediación. Una vez que se acepta, se diseña el proceso con las partes para que puedan negociar entre ellas y tomar decisiones consensuadas.
En Mediación Familiar los conflictos se resuelven de forma pacífica, porque de esta manera se potencia el crecimiento personal, se fortalece la confianza, manteniéndose la armonía en las relaciones.