Cuando el viernes leí el artículo sobre el fenómeno llamado breadcrumbing, me acordé de algunas de las personas, que actualmente estoy atendiendo en la consulta debido a que están en una relación de este tipo.
Ese mismo día, comenzó la terapia una paciente, Reina es el nombre ficticio, que lleva 3 años «enganchada» y que pide ayuda para «liberarse» de la persona que más le está haciendo sufrir. Lo ha intentado en otra ocasión por ella misma, lo bloqueó en las redes sociales, olvidó su número de teléfono, rehizo su vida amorosa con otra persona, hizo un gran esfuerzo, hasta que un día se lo cruzó por la calle y todo volvió a empezar.
En este tipo de relaciones, la persona va y viene sin razones concretas, nunca llega a irse del todo, pero tampoco se queda. Huye del compromiso. Permanece sin implicarse por completo en dicha relación. Espera que su pareja acepte estas condiciones, pero cuando no es así y se produce el enganche emocional, lo que se consigue es sufrimiento.
La pareja, aunque vive el dolor, continua con la esperanza de que la relación algún día podrá consolidarse. Pero que realmente consigue es aumentar y prolongar la frustración, el enganche y el dolor.
El primer paso para restaurar el bienstar psicológico, es aceptar y reconocer que está sufriendo en este tipo de relación. Reina manifiesta que ha dejado de «justificar su conducta y autoengañarse».
Reina ha pedido ayuda para acabar con este tipo de relación basada en la incertidumbre. Se siente con más energía para poder superarlo porque se siente acompañada. Se ha dado cuenta de lo que ha dejado por seguir a esta persona y quiere recuperar a sus amistades, su familia, sus momentos de ocio, su tiempo para ella misma.
Se ha dado cuenta del miedo que siente al «quedarse sin pareja» aunque cuando reflexiona, siente que en realidad nunca la ha acompañado, ni han realizado los planes que querían hacer juntos. Reina habla de sus emociones y de sus proyectos futuros en los que ya no incluye a la persona que fue su pareja durante 3 años.