LA ADICCIÓN ES UN TRASTORNO BIOLÓGICO, PSICOLÓGICO Y SOCIAL

«Resulta falso, y peligroso, considerar que la adicción es resultado de factores genéticos o bioquímicos». Así lo advierte un artículo de revisión, publicado recientemente en la revista The Lancet Psychiatry este año 2015, y que lleva por título: El modelo de enfermedad cerebral de la adicción: ¿está apoyado por la evidencia y ha cumplido sus promesas.

Los autores del artículo, dirigidos por el profesor W. Hall de la Universidad de Queensland (Australia), pretenden llamar la atención de la comunidad científica, de los medios de comunicación y del público en general, del peligro que supone el protagonismo “exagerado” que se otorga a las causas biológicas al explicar el abuso de drogas y los problemas de adicción, ofreciendo un análisis crítico de las verdaderas evidencias existentes para defender este punto de vista.

Específicamente, los autores señalan que:

A pesar del considerable valor científico de la investigación sobre la búsqueda de variables neurobiológicas y genéticas en las adicciones, esta línea de estudios no justifica la reducción de la explicación de las adicciones a un modelo de enfermedad cerebral. Esta conceptualización no representa el consenso de los especialistas en la investigación sobre adicciones: la investigación científica en el campo social, económico y epidemiológico pone de manifiesto que la adicción es un problema multicomponente, y, por lo tanto, los factores neurobiológicos no deben ocupar un lugar tan predominante en las políticas de prevención y de intervención en consumo de drogas y adicción.

El modelo biológico de las adicciones no ha ayudado al desarrollo de tratamientos eficaces para la adicción y su impacto ha sido modesto en las políticas de salud pública dirigidas al grueso de la población. El modelo de enfermedad cerebral se ha materializado en una “exceso de inversión” en el desarrollo de tratamientos biológicos dirigidos a “curar” la adicción, y que tienen un efecto mínimo en los problemas de drogadicción desde el punto de vista de la salud pública. Esta postura ha obstaculizado el acceso de la población a otros tratamientos psicosociales y farmacológicos que han demostrado su eficacia en este campo. Según señalan los autores del texto: “mejorar el acceso a tratamientos eficaces para las adicciones es un objetivo digno que respaldamos, pero este objetivo no debe realizarse a expensas de la aplicación de políticas dirigidas a la población general, y que están basadas en tratamientos que han demostrado ser coste-eficaces, efectivos y fáciles de aplicar para disminuir el impacto del consumo excesivo de tabaco o alcohol”. Y enfatizan: “La búsqueda de una cura basada en la aplicación de altas tecnologías no debería distraernos de la labor de aumentar el acceso a tratamientos psicosociales y farmacológicos”.

La adicción es un “trastorno biológico, psicológico y social complejo que debe ser abordado desde diferentes aproximaciones clínicas y de salud pública”. La investigación derivada del campo de la Neurociencia ha proporcionado evidencia que avala el importante papel que juegan otros factores, como la toma de decisiones, la motivación y el control de conducta en los problemas de adicción. Según se especifica en el texto: “estos estudios han puesto en evidencia que el consumo crónico de drogas puede deteriorar los procesos cognitivos y motivacionales implicados en el control de conducta, lo que podría explicar, parcialmente, por qué algunas personas son más susceptibles que otras a desarrollar una adicción”. Según se establece en el artículo el verdadero desafío de todos los investigadores en este campo de estudio, incluidos los neurobiólogos es “integrar los nuevos hallazgos científicos que van surgiendo de la investigación en Neurociencia con los de la Economía, la Epidemiología, la Sociología, la Psicología y la Política para disminuir los daños causados por el consumo de drogas y de cualquier tipo de adicción”.

Fuente: INFOCOP

Hall, W., Carter, A., Forlini, C. (2015). The brain disease model of addiction; is it supported by the evidence and has it delivered on its promises. Lancet Psychiatry, 2, 105-110

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