Encontrar la solución pidiendo ayuda

Cuando nos sentimos con miedo, muchas veces no lo podemos poner en palabras. Cuando nuestra reacción ante algo que nos asusta es alejarnos, cada vez será más difícil afrontarlo. Por esta razón, cuanto antes pongamos en acción los recursos para solucionarlo antes nos daremos cuenta si somos capaces de conseguirlo por nuestros propios medios o si es necesario pedir ayuda.

Es mucho más fácil decir «tengo hipertensión» que reconocer los sentimientos de tristeza o ansiedad que producen los problemas de pareja, familia o trabajo. Por el miedo al qué dirán o la vergüenza a buscar ayuda, nos quedamos parados pensando que con el tiempo las cosas cambiarán por si solas, o negamos el problema hasta que llega a desbordarnos por completo.

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La forma de reaccionar ante los problemas tiene mucho que ver con la información que recibimos. Es tarea de los profesionales explicar como los sentimientos, las emociones, los pensamientos contribuyen en la manera de percibir lo que nos pasa. Salir de una situación problemática con mayor rapidez es posible, sólo hay que acudir a la persona adecuada que genere la confianza para poder contar nuestra historia.

Cuando la persona que está pasando por una situación difícil viene a la consulta, le acogemos, le decimos: «pasa, siéntate, cuéntame…» Y al narrar empezamos a ordenar la historia, le damos sentido y poco a poco vamos entendiéndola y pensando como podemos manejarla.

En nuestro despacho de psicología y mediación familiar hablamos en profundidad de la vida. Es un espacio de encuentro, un lugar de escucha para compartir los problemas comunes, narrar los procesos de la vida y superar las crisis familiares. El diálogo tiene la fuerza necesaria para transformar el conflicto. El diálogo posibilita la expresión de los sentimientos y la aclaración de las interpretaciones que cada uno tiene sobre lo sucedido.

Ante un conflicto de cualquier tipo con una o varias personas implicadas intentar solucionarlo de forma voluntaria nos traerá mayor satisfacción que si acudimos a un tercero que imponga la solución, como ocurre cuando se recurre a la vía judicial. Hay medios alternativos para solucionar las discrepancias que surgen en el contexto familiar: la Orientación Familiar, la Terapia psicológica o la Mediación Familiar, son disciplinas complementarias para fortalecer los recursos y habilidades de la familia en las distintas etapas del ciclo de la vida familiar.

La Orientación Familiar pone el énfasis en recuperar, sanar y enriquecer las relaciones, en lo que les unió y les hizo crecer como familia. La Orientación y la Terapia psicológica pueden preceder en muchos casos a la Mediación cuando las parejas buscan ayuda en la toma de decisión sobre separarse o continuar la relación.

La Mediación Familiar entra de lleno en el conflicto. El ámbito más conocido suele ser el conflicto ocasionado en la ruptura de pareja, cuando las parejas ya han tomado la decisión de separase o divorciarse. Una vez tomada la decisión se acuerdan los asuntos relacionados con lo que va a cambiar de la nueva situación, como el reparto de bienes, el cuidado de los hijos y la organización de los gastos… Con el divorcio no se rompe una familia, se termina una etapa en la relación de pareja, y se continúa siendo padre y madre. Otra forma de divorciarse adaptada a la peculiaridad de cada familia es posible en Mediación.

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